A estas alturas negar el ascenso de Baja California en el plano de la enología mundial es poco menos que absurdo. El trabajo desarrollado durante los últimos 20 años es muestra suficiente del enorme potencial cualitativo que la región, y de forma particular, que el Valle de Guadalupe, tiene. Los avances han sido sustanciales. El trabajo enológico ha mejorado, al igual que el trabajo en el campo. Las bodegas poco a poco se están refinando.
Sin embargo, las carencias estructurales y las decisiones cuestionables continúan.
Asociaciones como Provino y el Consejo Mexicano Vitivinícola se han encargado de promocionar y elaborar discursos sobre la calidad del vino mexicano. Bien supongo, pero claramente insuficiente. Los cambios profundos que contribuyan a preservar sus elementos esenciales no están siendo atendidos. Temas como el uso de suelo y la conservación de áreas agrícolas aún no han sido resueltas en Baja California.
Esta falta de orden y de protección jurídica vuelve a ser expuesta con el registro comercial de la marca Nebbiolo de Baja por parte de Bodegas Magoni (Expediente IMPI 2441354).
Camilo Magoni, quien fuera enólogo de L.A. Cetto durante cuatro décadas, argumenta que la decisión de registrar la variedad, que ha encontrado un hogar en suelos bajacalifornianos, se da como medida necesaria y como paso previo a la creación de un consorcio de productores de Nebbiolo. “Hemos querido reforzar la imagen y los terroir de Baja California” comentó en una plática reciente en GSalinas. A simple vista parece lógico casi loable, pero un poco de análisis revela lo contrario.
Apropiación innecesaria
Si la intención verdaderamente es la de preservar y proteger la historia de como el Nebbiolo tuvo un proceso de adaptación, consideremos lo siguiente:
1.- Registrar comercialmente una variedad (con apéndice geográfico) no exige un proceso riguroso de investigación y sienta un precedente peligroso. Lo importante es documentar la historia de Baja California y explicar de forma clara y precisa la adaptación que han tenido ciertas variedades, no crear marcas a partir de lagunas legales. ¿Cuánto tiempo pasará para que otro emprendedor use este modelo?
2.- Crea mayor confusión. El registro no aclara nada, ni presenta información nueva de utilidad. Camilo menciona que el Nebbiolo es de un clon especial (lo que sea que eso signifique) seleccionado por Esteban Ferro en Piamonte. Posteriormente habla de una posible mutación como base de la explicación de las características específicas que muestra en Baja California.
Las únicas evidencias aportadas son su palabra y apreciaciones sensoriales. No hay estudios genéticos, no muestra documentos.
Si la intención es despejar dudas, un texto académico hubiera sido más apropiado.
3.- No hay un beneficio real para la industria ó el consumidor. Magoni comentó en la misma conversación con GSalinas que van a permitir que otros (productores) utilicen el nombre bajo algunas reglas “para evitar abusos”. Creando efectivamente su propio consejo regulador. ¿Cuál es la verdadera intención detrás de esto? ¿Dónde está el beneficio para la industria? ¿Cómo se beneficia al consumidor?
El registro de marca no resuelve nada. No aporta a nadie, no contribuye ni crea mejores condiciones.
Hacerlo así no crea polémica
Según Camilo, esta forma de proceder es la forma que evita polémicas. Veamos, registras como marca comercial una variedad, lo justificas basado únicamente con tu testimonio y lo promueves para el beneficio de todos. Esta es exactamente la forma de causar polémica.
¿Cuál es el objetivo? ¿Publicidad, reconocimiento?
El apellido Magoni tiene un lugar en la historia de la vitivinicultura de Baja California, de ello no hay duda. Probablemente no a la par de nombres como Hugo D’Acosta ó JOse Durand, vaya ni de la familia Cetto, pero tiene un lugar asegurado. Lamentablemente todo esto parece más una búsqueda de atención, una búsqueda de reconocimiento, que una aportación a la industria del vino.
La historia detrás del Nebbiolo de Baja, es la de un oportunismo histórico.