A más de 30 años de haber llegado a Baja California y con más de 20 cosechas en su célebre bodega Casa de Piedra, tuve la oportunidad de platicar con uno de los iconos de la industria vitivinícola nacional. Acompañado por su hija Daniela, quien se encarga de la relaciones públicas de los proyectos, conversamos sobre la actualidad de la región, su historia personal y el futuro que se aproxima.
“Inicio en Martell en el area de vinos, un día le dije al jefe de mi jefe, si quieres que pasen nuevas cosas mi jefe ya esta viejito y no quiere hacer ciertas cosas. Al día siguiente me despidieron. Me quedé desempleado, en el limbo con una sensación extraña”, comenta Hugo al abrir nuestra conversación.
El camino hacia convertir tus ideas e intenciones en realidades es un camino largo e incierto. Especialmente en el México de los ochentas, donde la vitivinicultura se concentraba en un círculo pequeño de productores. Una de las principales zonas en aquellos tiempos era Queretaro con empresas como La Madrileña, Cruz Blanca, Cavas de San Juan y la ya mencionada Martell.
Encontrar un espacio no fue fácil. En realidad no existían necesidades enológicas y los pocos puestos ya estaban ocupados.
“Me sale una oportunidad de trabajar en Domecq pero en el área de Brandy, y pensé que si entraba a hacer Brandy ya no podría salir, y yo quería hacer vino”, esas ganas de hacer vino y contribuir a la industria, la cual era muy distinta, lo llevaron a cruzar la frontera y trabajar como asistente de enología en California. Una de esas ironías de la vida. “Si quería estar en México, si quería contribuir en la industria nacional, pero sobre todas las cosas quería hacer vino. Estuve casi el año trabajando en California, lamentablemente al no tener papeles nunca iba a pasar de capataz, mi intención seguía siendo hacer vino y me regresé intentando realizar asesorías para pequeños proyectos, pero la verdad es que no había interés”, recuerda una anécdota donde elabora un proyecto para un político que al leerlo le responde: “está muy interesante, pero yo solo quiero que enseñes a Juan a podar”.
Ese era el mercado que existía.
Afortunadamente para Hugo, recibe una llamada de Vinícola del Vergel, quienes eran famosos por elaborar el popular Brandy Viejo Vergel, para dirigir el área de vinos y acepta irse a Torreón, donde permanece tres años, conoce a Gloria y se casa. Sin embargo, pocos meses después la empresa sería vendida a Bacardí quienes solo estaban interesados en la producción de Brandy y como condición para la compra eliminan la elaboración de vino.
Una vez más el destino parece ayudarle y una semana después recibe una llamada de Bodegas de Santo Tomás. Estamos en 1988.
Al llegar a Ensenada inmediatamente reconoce el potencial aunque aún es muy distante de lo que sucede hoy. “Baja California tenía la vocación más clara, pero se encontraba desarticulada. En lo personal esto fue un tanto a mi favor, igual y con una estructura más clara no me dan la oportunidad”, dice mostrando un entendimiento del contexto que vivía en esos momentos la enología en la región dominada por Domecq y L.A. Cetto junto a Bodegas de Santo Tomás, donde pasaría los siguientes 12 años como su enólogo.
“El Valle cambió para siempre cuando distinguimos entre materia prima e ingrediente. Si, la uva es la materia prima para hacer el vino, pero el ingrediente es la uva que está aquí, esto también pasó con la comida, el marisco, el ostión. Es reconocer que algo viene de un lugar. El cambio también fue coyuntural. El hecho de que se rompiera el monopolio nos permitió a otros contribuir. De otra forma no hubiera sido posible.”
De la situación actual habla sobre la falta de sentido de comunidad y la desorientación de las organizaciones encargadas de promover el vino de Baja California, al llegar a estos temas la conversación se torna un tanto más intensa. “Solo nos damos cuenta de los problemas cuando nos afectan en lo personal. Cada quien puede tomar decisiones sobre su espacio, pero hay que tomar en cuenta un ente módulo, esto no puede existir sin considerar el conjunto, no se puede considerar como individuo. Afortunadamente hay de todo, claro que hay gente que entiende que no solo puedes disfrutar sobre lo que se cimentó, sino que también puedes aportar, claro que también hay gente con un oportunismo desmedido”.
A mi pregunta sobre su opinión de las asociaciones encargadas de promover el vino su respuesta es contundente: “Perdidas. Hay, como pasa en estas cosas, una lucha de poder. Dejaron de seguir la secuela donde Provino tenía una función muy clara que es la promoción del vino sobre una forma específica, donde una asociación de productores tiene que llevar la agenda dura, que de hecho así se pensó. Ahora el de Provino quiere sentirse que hasta maneja el Valle. Y entonces pierdes tu función, y luego piensas ya no me funcionó Provino ahora me voy a jalar los hilos desde el Consejo Mexicano, es esta parte enfermiza de poderío que tenemos los seres humanos, que tristemente le quita fuerza a un proyecto, porque si necesitas de estas instituciones”.
La forma de enteder el Valle como una zona productora para Hugo es muy clara. Para el existe un sentimiento de falta de enfoque y falta de entendimiento de las problemáticas existentes como conjunto. Seguimos hablando de estos temas y su preocupación de ver como la fama adquirida ha dificultado la conversación sobre los múltiples retos que aún existen en la región es notoria. Estoy de acuerdo, creo que muchos productores se han conformado con tener salas de degustación llenas y un grado de reconocimiento, olvidando que hay temas de fondo por resolver.
La siguiente generación
La perspectiva que Hugo tiene sobre Baja California es por demás interesante debido a que el fue uno de los detonantes de cambio, el cual sucedió hace más de 30 años. Hoy nuevas generaciones dejan sentir su influencia. Hablando sobre la siguiente generación de productores, Dani hace una observación: “Depende de quien estamos hablando. Los que llegaron hace 10 años, hace 5 años ó los que hemos vivido toda la vida aquí. Como tu te adueñas de un espacio es completamente diferente. Creo que depende de quien estemos hablando, obtendremos distintas respuestas. Es diferente el mosaico de como nos acercamos ó como hemos vivido. Yo veo al Valle si separados, muy incoherentes como conjunto. Si tu ves que les explicas (a quienes llegan) y no les interesa, lo que te queda a ti es intentar tu ser coherente con lo que tu estas haciendo con lo que has vivido ó lo que tu quieres vivir, sin dejar de cuestionarte hacia donde quieres ir, sin dejar de tomar decisiones porque así es la vida. Y si tu vas con una nueva generación que llegaron hace 3 años la respuesta va a ser completamente distinta, siento que ahí está la separación”.
Al preguntarle sobre el lugar que ocupan los proyectos de su familia en la realidad actual de la zona, muestra cierta extrañeza hacia la pregunta. Es fácil enteder que para ella elaborar vino siempre ha sido el centro de toda actividad. Habla desde la perspectiva de alguien que nació en una realidad donde los ciclos del viñedo marcan tu vida.
De forma un tanto inadvertida mi pregunta sobre cómo definiría ella Casa de Piedra, especialmente para los nuevos consumidores, es como un examen sorpresa. “Tengo que contestar delante del jefe (sonríe). Para mi la protagonista es la uva, permitirle expresarse. Seguimos trabajando siendo intérpretes de esto”.
Ideas enológicas
Hablando sobre las intenciones detrás de la propuesta enológica, Hugo comenta: “Nuestra actividad, nuestro oficio es totalmente interpretativo y contextual, en el fondo lo peor que le puede pasar a los vinos donde nosotros participamos es que sepan a nosotros, deben ser del sitio y ese sitio no puede estar representando por mi, ni por Lucas (hijo de Hugo, quien dirige la bodega experimental Aborigen), ni por quien sea. Tienen que ser del sitio. Claro que tu tienes un conocimiento, un entendimiento. Pero es como lo he dicho antes, es saber contar historias, no inventar historias. Hay una evolución natural de este oficio sin alejarnos de la idea original, que es esto que vemos, claro que con años trabajando en Casa de Piedra y con una nueva generación tienes mucho más habilidad de contar las historias ¿sabes? Pones las comas, sabes acentuar mejor, pero sigue siendo la misma idea de forma más completa y eso creo que es lo nos debería de definir en el tiempo. Que tan capaces somos de contar todo lo que pasa aquí, desde la uva”.
Profundizando sobre la expresión del lugar, hablamos del riesgo que implica la elaboración de vinos correctos que no expresen algo sobre su origen y la respuesta del movimiento con sentido y muchas veces sin sentido de los vinos naturales. “Que un vino no expresa nada, no es malo, es malísimo”, concluye.
Casa de Piedra
La bodega insignia de la familia tiene un lugar especial en la historia de la enología nacional, estrictamente hablando antes de esta ya existían esfuerzos enfocados hacia la calidad. Mogor Badán y Monte Xanic son claros ejemplos. Sin embargo Casa de Piedra marca el momento donde la búsqueda hacia la calidad en Baja California se intensifica. Fundada en 1997 mientras Hugo aún era el responsable de la enología en Bodegas de Santo Tomás, el nuevo proyecto irrumpe en un mercado necesitado de un ícono nacional. Yo inició mi camino en el vino precisamente en ese momento, cuando Casa de Piedra, era la sensación.
Hoy las cosas son distintas, existen otros proyectos que han tomado la estafeta con la que Casa de Piedra inició. “Casa de Piedra ya no está de moda, pues efectivamente ya no esta de moda, pero no tiene nada de malo que ya no esté. Que está mas chido que vengan y te arrebaten el vino, claro que está más chido. Pero esperame, vamos entendiendo los tiempos y vamos entendiendo al vino como esta cuestión infinita en el tiempo y si lo ves alargando la curva, pues lo que está pasando es muy positivo porqué refresca tu óptica, muy positivo porque ves por donde se le está metiendo el agua al barco y por donde no y es muy positivo porque ves cuando el barco va en buena ruta. Esa es la parte interesante, particularmente en un año como este, me parece grandioso, porqué la tormenta va a sacudir al barco y se van a hundir muchos y claro que no me da gusto, pero es lo normal que pasa cuando esto está inflado, cuando no te das cuenta que la agricultura tiene un tiempo y debe existir una vocación y un compromiso. Te sirve porqué entiendes cuales son tus fortalezas, cuales son tus debilidades y nos deja en la posición de, otra vez, ponerle mas énfasis a la uva. Yo veo que ahora no hacen vino, y no se si necesiten hacer económicamente ó por temas de inventario, pero esperame ¿cómo que este año no haces vino? Es como estar casado y de repende decir, nos vemos en un par de años. Es una cosa de ida y vuelta. Claro que tiene que ver con los enólogos, con los viñedos, con los productores de uva. Hay productores que han comentado como se la están partiendo al mercado, ya que sobró uva y están bajando los precios, están mandando maquilar para guardar el producto, pero si tu estuvieras sólido con tu cliente, tu cliente ni voltea a ver esos efectos, pero claro tu estás en especulación, que la uva vale dos mil (dólares), pero resulta que este año hay treinta por ciento más de fruta y resulta que hay quienes están comprando sin medida, pues ahora vale dos mil ochocientos. Espérame, digo si se puede pero entonces no te quejes, porque claro se puede no más no se vale llorar”. Incluso al hablar de Casa de Piedra la conversación regresa al tema de la agricultura, de los momentos que estamos viviendo y su impacto en todos los niveles.
La pandemia ha sido la tormenta que ha sacudido al barco de enología en donde muchos proyectos han sido aterrizados, los tiempos de bonanza se han ido. Las cadenas de distribución se han visto afectadas por el cierre de restaurantes. Los consumidores están mas atentos a como gastan su dinero, experimentan menos y regresan a proyectos donde el dinero compra calidad. Las ventas de Vino de Piedra (el vino más importante de la bodega) han aumentado en medio de la incertidumbre del mercado. Aquí se encuentra Casa de Piedra hoy.
La Escuelita
Es imposible minimizar la importancia que el trabajo y los proyectos emprendidos por Hugo han tenido no solo en la actividad de la industria vitivinícola sino en la región. La Estación de Oficios del Provenir llamada comúnmente La Escuelita, fue un proyecto creado para avanzar la acitividad enológica en los valles de Ensenada. “En los últimos años de La Escuelita hicimos tan fácil la elaboración que nosotros mismos creamos una tendencia a prostituir el vino, le estábamos faltando el respeto al oficio creando proyectos virtuales, que en algún momento se vale porque tienes que inflar el globo y generar ruido, pero llega el tiempo en el que ya no tiene sentido. ¿Por qué se vale en algún momento? Porque decíamos, necesitamos quince bodegas para hacer atractivo (el visitar) a Baja California. Hay un momento en el que si necesitas promover, ya se promovió, ahora necesitas consolidar, ya se consolidó, ahora necesitas sofisticar. Así es. Las primeras generaciones (de La Escuelita) los cursos duraban meses”, recuerda. “También las apuestas eran más grandes. Porque sabes que si estás apostando algo, entonces tienes que ir en serio”, agrega Daniela.
La conversación se da con un verdadero sentido de transparencia. Hugo no espera a que yo haga preguntas dificiles. El mismo es quién aborda los temas complicados y habla de los errores cometidos en cada proyecto. De como La Escuelita pasó de ser incubadora de proyectos serios en un inicio a contribuir a desarrollar proyectos de segunda categoria, lo dice de forma clara: “Te lo digo, nosotros mismos fuimos faltándole al respeto. Yo creo que te confundes. La inercia te jala y se vale equivocarse y se vale que te revuelca la ola, pero debes saber después porqué te revolcó. En los últimos cursos lo platicaba con Thomas (Egli), lo estamos banalizando. Llegó el tiempo en el que yo ya ni daba clases, por lo que quieras, que pues de entrada está mal. Y cuando regrese a las clases una parte muy importante del grupo que me tocó, muy triste, pero eso es culpa de uno, nosotros seleccionamos a quien entraba. Estaba peor que la nocturna de Azcapotzalco”, termina diciendo en tono bromista.
Personalmente creo que una de las cosas que cambió fue como las personas veían la acitividad enológica. Las primeras generaciones entendían al mundo del vino como una forma de vida, con todos los procesos que esto implica, mientras que las últimas generaciones lo veían más como un estilo de vida, como una actividad más superficial.
Como parte de una reestructuración de las empresas y con el fin de repartir patrimonios para la siguiente generación, el proyecto de La Escuelita será replanteado. “Aunque no hay un edificio propiamente, el proyecto continúa. Vamos a seguir influyendo sobre la gente, sobre quien se deje. Nuestra escuela de que hacer está más viva que nunca. Esto es como las sectas, a quien se deje lo vamos a subir”, concluye.
La actualidad del Valle
“Habría que hacer como una matriz clasificatoria de las más de dos millones trescientas cuarenta y siete mil bodegas que existen” dice en tono irónico sobre el panorama de las bodegas que hoy en día conforman la realidad de los valles de Ensenada. “Vamos a quedar como con sesenta, no se. Y de esas seguramente hay veinte ó treinta que tienen bastante intimidad, aunque no necesariamente los mismos ideales y que son bastante respetuosas del trabajo de los otros, y eso es donde se va a tejer la parte permanente sólida. Hablando de lo que nos dedicamos nosotros, seguramente alguien podrá decir estás loco, porque El Cielo va a hacer doscientas veces más dinero que tú y va a ser más famoso… seguramente, pero no en el tema del vino”.
Hablamos de diferencia en ideales enológicos y las distintas búsquedas que existen en el Valle, las cuales le parecen no solo sanas sino parte indispensable en la formación del ecosistema. Sin embargo, cuando llegamos al tema de las actividades complementarias que han ido en constante crecimiento no puede ocultar su frustración. “Donde si pasa algo, es si esos cuestionamientos tienen una contradicción verdadera con el fondo del evento, y para mi el fondo del evento tiene que ver con el pleito directo sobre el uso de suelo de los últimos tres ó cuatro años, que les digo a mi me da una hueva tremenda porque es puro cuento chino. Porque todos los que opinan, y el que no que aviente la primera piedra, olvidémonos de este pinche cuento, lo único que queremos, es que lo que está definido en un polígono claramente marcado, que son nueve mil hectáreas que son agrícolas, sean agrícolas. Pero no, todo es como le unimos, como le ponemos. ¿Por qué esta radicalización? Porque lo que hizo que valiera este lugar es agrícola. Eso que es el motor de todo esto, mantenlo. Que acá se vale disneylandia, bienvenido mientras no se esté apoyando sobre esto. Veo muy bien otras actividades, veo muy bien planteamientos mixtos, veo muy bien esta parte de enoturismo como un motor que se necesita en el mundo, pero también veo muy triste donde ese motor enoturístico te obliga a disfrazarte de mickey mouse cuando tu no vives en disneylandia”.
El ordenamiento y protección de la acitividad agrícola particularmente del Valle de Guadalupe es uno de grandes temas por resolver. Lamentablemente es un tema que rápidamente se desvía y se politiza. Una regulación similar a las AVA en Estados Unidos es un modelo que valdría la pena analizar como una posible respuesta.
“En la condición actual, ¿quién va a poder hacer agricultura rentable en el Valle de Guadalupe comprando tierra? Nadie. Nadie. Entonces automáticamente aunque vengas de una escuela purista agrícola, piensas espérame, si la hectárea me va a costar doscientos mil dólares, mejor la ayudo con estas actividades y la fruta me la traigo de no se donde”.
Esto es un realidad que de pronto todos perdemos de vista. Gran parte de los vinos de Baja California no vienen del Valle de Guadalupe, lo cual es peligroso. A pesar de las bondades de Santo Tomás ó San Vicente, Guadalupe es el alma que le da identidad a la zona y la actividad agrícola debe ser protegida.
Por mi parte regreso al ejemplo de California, la cual atravesara una situación similar en su búsqueda por lograr equilibrio entre la esencia de las zonas productoras de vino y el potencial comercial. En este caso muchos viñedos se perdieron en favor de espacios comerciales antes de su ordenamiento.
Paralelo
“Paralelo sigue igual en todos los sentidos, es un proyecto que apostó a esta expresión de sitio con viñedos de arcilla y viñedos de arena (Colina y Arenal). Específicamente el cambio digamos, si de fondo, antes cuando estábamos con más cosas (proyectos), teníamos un grupo enológico, Thomas coordinaba y todos participaban. Lo que hicimos ahora es separa funciones. Thomas está encargado cien por ciento de Paralelo. Yo estoy encargado hasta donde me dejan y puedo de Casa de Piedra y Lucas está encargado de Aborigen. A mi me gustaba que se mezclara todo, como algo más de conjunto, algo más conceptual. Hoy es tiempo que cada quien tome un poco las riendas. Lo que antes era movilidad en los proyectos hoy se ha convertido en generar gente nueva que nos ayude en cada uno”.
Francia
“El tema de Francia es un tema súper interesante, nos ha revolcado la ola, no todo lo que hacemos nos sale bien, algún día escribiré un libro de mis derrotas, que son muchas más que mis triunfos. Pues sucedieron varias cosas, el sueño de hacer esto, el tratar de explicarlo, contextualizarlo, nos ha costado trabajo. Creemos que cometimos muchos errores y ahí está. Está vivo, estamos en una segunda reestructuración y estamos listos para volver a tomar el camino este año. Creo que este va a ser uno de esos buenos ejemplos donde la necedad paga muy bien. Es una cosa chida que va a pasar”.
Hablando de Francia y los esfuerzos que se han hecho en colaboración con personas de otras latitudes, como el célebre enólogo australiano Chris Ringland, Hugo habla de la necesidad de tener ciertos atrevimientos como forma de avanzar la industria vitivinícola nacional. Al comentarle que enólogos de California me han preguntado sobre la posibilidad de conocer y experimentar en Baja California, deja claro que las posibilidades de seguir creando junto a personas de otras regiones siguen ahí. “Aborigen está pensada así, durante mucho tiempo estuvo incrustada en La Escuelita, pero ahora tiene sus instalaciones y la visión y versión de Lucas es híper experimental, entonces estaríamos encantados (de colaborar)”.
Una pequeña anécdota
Durante nuestra conversación es evidente que son pocos los consumidores que tienen un contexto de las historias que han moldeado la realidad actual. Muchas de estas han quedado un tanto en el olvido ya que precedieron la era de las redes sociales y la constante captura de evidencias fotográficas. Sin embargo resultaría imposible minimizar su importancia.
De forma particular me interesa la anécdota de la visita que Chris Ringland realizó al Valle. En esos años ya era una figura prominente en la enología mundial, el mismo Robert Parker hablaba de Chris con reverencia, comparando algunos de sus Syrah creados a partir de viñedos centenarios, a vinos míticos como Cheval Blanc 1947 en su capacidad de mostrar una personalidad singular.
Hace algunos años platicando con el propio Chris, me comentaba que siempre quedó un sentimiento de que se pudieron hacer más cosas. Hugo al respecto recuerda: “Un distribuidor muy exitoso del norte de Los Ángeles de vinos australianos, cuya herramienta número uno era Chris Ringland quien representaba su vino estrella y empezó a distribuir nuestros vinos, me decía en una fiesta que lo estábamos metiendo en un millón de problemas porque aparte del vino de Chris, el nuestro era el más caro en un portafolio de vinos mayormente australianos. Como que le empezó a dar miedito y se empezó a friccionar la cosa y paramos el proyecto. Que no solo era lo de Chris, también venía lo de Clarendon Hills porque el dueño de los viñedos invitó a varios enólogos a elaborar su versión. Estuvo padrísimo cuando nosotros viajamos (a Australia) había otros tres enólogos australianos y cada quien hacía la sopa. Imagínate”.
Regresando a la forma de trabajar que se estaba desarrollando en la colaboración con Chris Ringland dice: “El acuerdo original era bastante interesante, molimos uva e hicimos un par de vinos juntos, para lo cual también llegó un chico buenísima onda y encantador de una bodega llamada Rusden, Christian (Canute), un tipo divertidísimo. Básicamente Christian ejecutaba lo que Chris buscaba. El vino sería firmado por ambos (Hugo D’Acosta y Chris Ringland) y el acuerdo era que si el vino le encantaba, era para el. Al final ya no se aterrizó bien, pero todo fue una experiencia increíble”.
Aunque el proyecto no continuó el aprendizaje fue considerable y contribuyó a la creciente percepción del vino mexicano en mercados como el norteamericano. Personalidades como Chris Ringland y Dan Philips, el distribuidor que mencionaba Hugo, han continuado su apoyo hablando del potencial de la zona y de la calidad de algunos de los vinos. Esta primera piedra fue trascendental, ya que fue el origen de lo que sucede hoy en día.
La conversación regresa al tiempo que pasó en California y lo aprendido trabajando para Cathy Corison y Tony Soter. Para dar un poco de contexto es importante mencionar que ambos contribuyeron al desarrollo de California de form sustancial, en particular Tony Soter, quien asesoró a bodegas como Araujo (hoy en día Eisele), Chappellet, Dalla Valle, Shafer y Spottswoode. Todas bodegas de primer orden. Aquí Daniela hace una pregunta: “¿Tu crees que estar en un lugar tan nuevo (como California de las década de los ochenta) te hizo más atrevido a ti?” Después de meditar por una fracción de segundo Hugo responde: “Me hizo avanzar más rápido. El primer Chardonnay que elaboré en 1989 (ya en Baja California) era fermentado en barrica, eso sucedió porque estuve en California”.
Todas las historias están unidas. Sería imposible trazar un plan ordenado ya que muchas de estas cosas suceden de forma un tanto inesperada. Las circunstancias necesitan estar ahí para que todo se de. Con mucha facilidad la historia pudo ser otra.
El futuro próximo
Para Hugo una característica esencial de saber dirigir es saber cuando dejar de ser el protagonista, el lugar que ocupa hoy en día en sus propios proyectos refleja esto. Su consejo y sus observaciones aun marcan el rumbo de todo, pero la actividad del día a día ha quedado en las manos de sus hijos Lucas y Daniela junto a Thomas Egli.
“Por ahí tengo un proyecto, ahora si que personal en persona para mi jubilación, que es más te voy a decir como se llama porque si me roban el nombre va a estar bien, porque ya sabremos que si te leen, se va a llamar Cuenta Regresiva. Solamente diez vinos ó menos si la cuenta regresiva acaba antes”.
Al entrar al tema de la inevitable sucesión que debe darse en toda familia, habla con mucha claridad de la importancia que tiene en su vida el ir preparando espacios fértiles para que la actividad enológica continúe de la mejor forma posible. Esto inició con el reparto de patrimonios y la reestructuración de proyectos y continuará dándose en cada decisión.
Una conversación que continuará
A pesar de que nuestra conversación duró más de tres horas y abordamos muchas historias que hablan de una de las carreras que mayor impacto han tenido sobre el vino mexicano, existen muchos temas por platicar y profundizar. Con algo de suerte está conversación es solo el principio de una serie de conversaciones que continuarán en un futuro no muy lejano.
Nota: El artículo fue actualizado el 21 de Enero 2021 para reflejar que la venta de Vinícola del Vergel fue a Bacardí y no a Domecq.